MAÑANA DE INVIERNO SIN ELLA
POEMAS DE CARLOS ERNESTO GARCÍA
CAÑONES OCIOSOS
Vagamos por
el Mediterráneo
mientras el
cielo
se incendia
en el horizonte
dando paso
a la oscuridad
que suave y
callada
se impone
en el firmamento.
Desde las
orillas
los pueblos
costeros
amables
saludan
con sus
millares de luciérnagas.
En las
profundidades de este mar
pedazos de
galeones descansan
con
hermosos mascarones de proa.
Un inmenso
y desolado cementerio
de
soberbios destructores
de cañones
ociosos.
Submarinos
que guardan inmóvil
ya sólo el
uniforme y los restos
del
aguerrido soldado
en su
puesto de combate.
El oleaje
arrastra quizá
astillas de
embarcaciones aqueas
que
sucumbieron a la tormenta
o a la batalla.
PROHIBIDO AMOR
El neón
golpea un cuerpo desnudo
que
armonioso gira
alrededor
de una barra.
Lascivas
las miradas
la
persiguen
queriéndola
alcanzar
y
devorarla.
Corren el
ron y la cerveza.
Suenan Luis
Miguel y Ricky Martin.
El liguero
de la bailarina
se inunda
en dólares.
Ella sonríe
y piensa:
en la leche
de sus hijos
en el
alquiler que no ha pagado
en que ya
es muy tarde
en que tiene
sueño.
PRIMER BESO
A una muchacha
cuyo
nombre no recuerdo
Cuando te besé
(Fue en casa de una amiga tuya
que me gustaba)
era la primera vez que te besaban.
Sentí tu cuerpo temblar contra la tierra.
Nunca más volví a verte ni besarte
pero cuando te recuerdo
no sé por qué
aún siento tu
cuerpo temblar contra la tierra.
VERANO DEL 80 Y CINCO
Apoyada contra la pared.
Una joven de falda corta
quieta espera.
La miro.
Toso.
Doy una bocanada al cigarrillo.
Formo una corona de humo
que circular se enreda entre sus piernas.
—Cierra sus ojos y suspira—.
El metro estacionado ya
abre sus puertas.
Subimos en distintos vagones
y nos dejamos llevar.
Federico García Lorca, Amor, 1929
MAÑANA DE INVIERNO SIN ELLA
Yo
el que guarda en la sonrisa
al asesino
dime qué hago con estos ojos
que nacieron para verte.
Con esta boca
que te nombra a cada instante
para espantar el silencio.
Con estas manos mías
que te saben de sobra.
Yo
el que guarda el puñal
bajo la almohada
dime qué puedo hacer
para borrar tu sangre
y tu recuerdo
antes de que golpeen a la puerta
los que vengan a buscarme.
ANACAPRI
Apoyo
ligeramente mi cuerpo
en una
esfinge de granito.
Una joya
más
colocada en
los jardines
de la
excéntrica Villa de San Michele
desde donde
se contempla a lo lejos
—entre la
bruma de la mañana—
el Golfo de
Nápoles.
Murmuran
los lugareños
que en
Anacapri Alex Munthe
fue un
refinado anfitrión
del viejo
Nietzsche
de Gorki y
de Lenin.
Tres
caballeros
como
Emiliano Zapata
como Pancho
Villa
de mirada
felina
de atusado
bigote.
HOMENAJE
El invierno en Budapest
tiene un gris añejo.
El Danubio como cuchillo
atraviesa el cuerpo de esta ciudad
que vio mil guerras.
Así lo atestigua
el monumento a los pescadores
que recibieron de Turquía sus flechas.
Desde ahí
la imaginación es capaz de cabalgar
sobre los siglos.
Si visitas Budapest en invierno
sentirás su sabor a luto.
Su sabor a sangre que tiene la tarde.
A QUEMARROPA EL AMOR
Guardo como pequeñas piedras de mar
días de nieve
regiones habitadas por el miedo
incendios de miradas devastando las calles
reinos de abejas y de hormigas
silvestres floraciones de palabras
atardeceres bajo oscuras arboledas
lápidas polvorientas
sobre historias personales
mesas de café
desde donde controlábamos las piernas
de una mujer que no nos hizo ni caso.
Alojo recuerdos como piedras de mar
y ninguno termina de hacer daño
en la palma de la mano
donde los aprieto con indecente esperanza.
Son recuerdos
como los de un gato jugando en el jardín
con una bala entre las patas
¿o será alguien cargando su revólver?
De un gato que llora en el jardín
¿O será mi madre
que no está en casa desde ayer?
El recuerdo de un hombre que salta la verja
y yo no tengo tiempo
ni ganas para recibirlo.
Los impactos rompen la puerta
mientras irrazonablemente
la luna se aburre allá arriba
y saltando el muro
caigo en un estanque dorado
a salvo de la ballena que arrasa.
UN PLAÑIDERO ADIÓS
En
las entrañas
del
elegante barrio de Carrasco
aún
sigue en pie el hotel casino
que
nos recuerda las glorias
de
un Montevideo que ya no existe.
Entre
sus paredes el poeta granadino
escribió
parte de sus Bodas de Sangre.
Los
croupiers colocados en sus mesas
intentan
disimular el remendado uniforme.
Un
jugador lanza un escupitajo
sobre
la alfombra en que apaga
la
colilla del cigarro.
Sus
amplios salones
del
más puro art nouveau
y
las lámparas que majestuosas
cuelgan
del techo
fueron
testigos silenciosos
del
asalto tupamaro.
Afuera
ruge
con bravura el rumor del mar.
Un
mar
que
hace muchos años
dejó
de dar la alegre bienvenida
para
decir un plañidero adiós
al
derrotado descendiente
de los emigrantes.
SILENCIOSO PARÍS
El
silencio se apaga
por
un caminar que asoma
rompiendo
la quietud
en
los pasillos.
Podría
ser cualquiera
de
sus viejos clientes.
Por
ejemplo: Robespierre
Victor
Hugo o Voltaire
El
Marqués de Sade o Baudelaire
Oliverio
Girondo o Molière
pero
me pregunto ¿y por qué no?
algún
otro estudiante rebelde
del
Louis-Le-Grand
caído
en la guerra.
Si
uno se asoma
por
la rue Saint Jacques
su
nombre seguramente
pueda
encontrarlo inscrito
en
la interminable lista
a
la entrada del Liceo.
Pero
esta noche
tras
la pared de la estancia
que
de prestado habito
sólo
imagino a un Sartre
que
entre el humo de su pipa
contempla
de brazos cruzados
la
cúpula del Panteón de París
acariciada
tiernamente por la luna.
ALGUIEN
Esta noche supongo.
Alguien
sin amigos
dormirá aburrido frente a su televisor
a la espera de una llamada telefónica.
Alguien
nombrará cosas inciertas.
Alguien
se detendrá frente a la puerta
de una casa donde nadie le espera.
Alguien
intentará traspasar
su propia memoria.
Alguien
dejará caer los pedazos rotos
de una fotografía
como si aquello constituyese una venganza.
Alguien
gritará desesperado.
Alguien
volverá los ojos
que ya no quieren ver las mismas cosas.
Alguien
llegará tarde al trabajo
por culpa de esas palabras necesarias
después del amor a la persona amada.
Alguien
que no se ha dado cuenta
aún de su propia muerte
caerá en una calle céntrica
en New York
Hong Kong
Berlin
o Londres
con un enorme agujero en la frente.
Alguien
posiblemente como tú o como yo
se levantará de su cama
pensando quizá
que nada
nada de lo que suceda afuera
es más importante
que su pequeño
y miserable
mundo.
LA PASIÓN
Existe bajo el follaje
de tu luz de amanecer.
Se aloja sobre el canto
de una nota wagneriana.
Se esconde tras una muralla
de hojas de jazmín.
Se baña con plumas exóticas
en una playa de África.
Se sumerge en tu pupila
y en el frío de tu piel
que no duerme conmigo
desde hace
siglos.
* * *
NOTA BIOGRÁFICA. Carlos Ernesto García nació en Santa Tecla, El Salvador, en 1960. Poeta, escritor y corresponsal de
prensa salvadoreño. Autor de los libros de poesía, Hasta la cólera se pudre,
editado en Nueva York, en versión bilingüe inglés/español, bajo el título Even
rage will rot; A quemarropa el amor; La maleta en el desván y,
de la antología personal, Unë nuk kam shtëpi (Yo no tengo casa) Albania,
2010. También publicó el libro en tono novelado, El Sueño del Dragón, que narra su travesía por el río Yantsè
(China) y otro de reportajes titulado Bajo la Sombra de Sandino,
basado en una serie de entrevistas a destacados ex comandantes del Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Ha sido invitado, por diversas
instituciones académicas y culturales de Europa, Asia, América Latina y Estados
Unidos. Su obra poética ha sido traducida a varias lenguas, entre las que
destacan el inglés, albanés, árabe, chino y francés. Su poesía fue ha llevada a
los escenarios por la compañía de teatro neoyorquina, Guacamolink Performing Arts; vertida al lienzo por el pintor belga Marck Debroux y musicalizada por el
reconocido grupo nicaragüense Los de
Palacagüina y el salvadoreño Grupo
Trova (hoy Grupo La Cayetana). Su
poesía ha sido incluida en antologías nacionales y extranjeras. Está
considerado por la prensa extranjera como el padre de la crónica poética. Desde finales de 1980 vive en Barcelona.
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Derechos reservados
©Carlos Ernesto García
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